Pensando sobre lo que viví el otro día en el encierro y hablando con unos amigos tomándonos unas cervecitas, situación en la que se aprende mucho, he llegado a la conclusión clara de que lo que necesita la comunidad mundial es tomar conciencia social, ya que estamos educados y solo pensamos de forma individual, el otro va por detrás, y si el valor del individualismo es lo que prima la cohesión social no puede existir y tampoco una sociedad justa e igualitaria como esa del Estado del Bienestar en el que en el primer mundo se supone que hemos vivido.
Pienso que debemos desaprender, tenemos que olvidarnos de todos los valores que priman en esta sociedad del consumo en el que la carrera personal con un final rodeado de oro es el fin para ser feliz. Creo que el interés por llegar a ese fin nubla los verdaderos “términos” humanos que a lo largo de la humanidad se han ido creando como solidaridad, altruismo, igualdad… pero que aun en el siglo XXI no sabemos aplicar, o no nos interesa.
Todo esto viene de una conversación que tuve con una chica durante la madrugada del encierro del 16 de noviembre en el rectorado de la Universidad de Sevilla, que es la que me ha hecho reflexionar…
El momento clave fue cuando en medio de la asamblea, una persona pide la palabra y cuenta al resto que otra persona discapacitada no puede acceder al aula magna del segundo piso porque el espacio no está habilitado, o en realidad sí pero los guardias de seguridad no tienen autorización para desactivar la alarma y así poder conectar el pequeño ascensor. El caso es que se forma el caos unos instantes, unos pocos creemos que si no hay posibilidad de que el individuo se una al grupo, el grupo debe unirse él, pues el deber del individuo de acercarse al grupo es igual de proporcional que al contrario, los dos deben querer y hacer por su unificación, no puede existir uno sin el otro, el grupo es un todo formado por partes o individuos, y nuestra decisión es abandonar el aula sin pensar para unirnos a nuestro compañero. Por esta acción nos acusan de antidemocráticos.
Tras mucho discutir unos y otros, presionar a los guardas de seguridad y demás, de repente un grupo de compañeros cogen al compañero incapacitado y los transportan en volandas hasta el piso de arriba junto su medio de transporte que le posibilita los movimientos mínimos para valerse por sí mismo. ¡ERROR! ¿cómo un grupo de individuos se arriesgan a transportar a una persona con movilidad reducida, sin saber a ciencia cierta cómo transportarlo? Desde mi punto de vista una locura, pero no paso nada, ¡menos mal!
Cuando estoy fumando un cigarro y dialogando con un compañero sobre lo que ha pasado una chica comienza a escucharme y me rebate, aludiendo que el compañero que no podía acceder decía que no quería que todo el mundo se moviera por él, yo le digo que eso es normal pues el sentimiento de que todos se muevan solo por uno puede despertar en la persona vergüenza, sentir que está dando pena… y que el deber de nosotros como grupo es acercarnos a él para continuar con la asamblea, explicándole el discurso anterior sobre los grupos. Según ella el grupo debe funcionar y como puede hacerlo sin él, ya participara otro día que no vamos a estar discutiendo por eso. Aquí yo me pongo nervioso y le acuso de antihumanitaria, ella dice que mi discurso es paternalista y capitalista, me deja con la palabra en la boca se va. Al final el compañero que anuncio en un principio que uno de los nuestros no podía participar, se tiro media noche tratando con los guardas para que al final le dejaran utilizar el ascensor, la decisión de transportarlo rápidamente sin pensar se había convertido en una locura y bajarlo de la misma forma era muy arriesgado por lo que al final los convenció y activaron el ascensor para que pudiera bajar por sí solo, como debería haber podido subir o no haberlo hecho.
Para unos pocos termina bien para mí y seguro que otros, no.
He contado todo esto porque me choca que en un mundo en el que hablamos de amor, igualdad, seguridad… que me encuentre en un lugar con compañeros que se supone que luchan por objetivos semejantes y me salten con discursos y palabras tan denigrantes y en algún caso sin mucho sentido, me deja tocado, pero me da muchas ganas para seguir luchando y decir a aquellos que estén dispuestos a escucharme que para poder vivir en una sociedad de bienestar, esta debe de tener una conciencia que la haga posible y haga que todos los individuos que la componen, todos y cada uno, tenga su espacio donde poder desarrollarse de forma libre y sin barreras que se lo imposibiliten.
Por lo menos tacharme de utópico o soñador.
Para terminar decir que el movimiento estudiantil está siendo positivo desde mi punto de vista y que mi pequeña critica es una parte de un todo, igual que los grupos, que refleja mi forma de pensamiento en un punto. Apoyo la huelga que se realizo el 17N así como la acampada del 22, el 23 ya veremos lo que hacemos…
¡aúpa chavales y chavalas que podemos!
¡LA EDUCACIÓN NO SE VENDE, SE DEFIENDE!